Petunias de Gea
Petunias de Gea
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Resumen
Carmen comenzó a sentir la humedad de la sangre recorrerle los muslos y lo primero que pensó fue en las sábanas empapadas. Había dado vueltas en la cama, quejándose en silencio por el dolor, y su esposo al lado de ella no se inmutaba, él había estado discutiendo con Carmen porque ella le manifestó que necesitaba que se ocupara más de sus hijos, ella también trabajaba y, además, hacía todos los deberes del hogar. Su madre, que dormía hacía unos meses en la habitación contigua, vigilaba su estado. Eran las cuatro de la madrugada cuando se sentó al borde de la cama, buscando a tientas las chancletas en medio de la oscuridad para comenzar su trayecto hasta el baño con aquel peso en la espalda, aguantando los quejidos y con los ojos inundados de lágrimas. Ese dolor no le era desconocido. Esta era una niña, podía sentirlo dentro de sí.
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