Funciones discursivas de las formas adjetivales con reminiscencia verbal

Discursive Functions of Adjectival Forms with Verbal Reminiscence



Adriana Collado¹
Universidad Nacional de San Juan
ORCID: 0009-0005-0719-5327



Recibido: 22 de marzo de 2024
Aprobado: 20 de mayo de 2024




Resumen

El presente trabajo se propone estudiar, desde un enfoque cognitivo-prototípico (Langacker, 1987; 2008;Diver, 1995; Hopper, 1988; 1998) que propugna una gramática emergente del discurso, la categoría “adjetivo”, en tanto estrategia que construye significados en prácticas discursivas. Si bien el adjetivo ha sido mayormente asociado, en las gramáticas, al sustantivo, en este trabajo se presta atención a la cercanía categorial entre el adjetivo y el verbo. Ese comportamiento verbal del adjetivo, que denominamos “reminiscencia verbal”, le imprime una complejidad a la zona nominal. La estructura eventiva que implica el verbo construye una situación que involucra actantes que interactúan, un tiempo, una modalidad, un perfilamiento. Al integrar como todo verbo un evento, abre la puerta a la construcción de una narración o una argumentación. El corpus (ver Corpus) está constituido por textos narrativos y argumentativos. Este cuerpo de datos incluye, en el subcorpus de textos narrativos, cuatro novelas latinoamericanas del siglo. En total, se analizan 200 páginas, aproximadamente 90.000 palabras. La metodología de trabajo es cualitativa y cuantitativa, por cuanto considera frecuencias relativas de uso de acuerdo con ciertos parámetros seleccionados a partir de las características contextuales de uso de la forma bajo estudio.

Palabras clave:adjetivo; cognitiva; discurso; narración; argumentación.

Abstract

The present work aims to study, from a cognitive-prototypical approach (Langacker, 1987; 2008, Diver, 1995, Hopper, 1988; 1998) that advocates an emergent grammar of discourse, the adjective category, as a strategy that constructs meanings in discursive practices. Although the adjective has mostly been associated with the noun in grammars, in this work attention is paid to the categorical closeness between the adjective and the verb. This verbal behavior of the adjective, which we call “verbal reminiscence”, gives complexity to the nominal area. The eventive structure implied by the verb constructs a situation that involves interacting actants, a tense, a modality, a profile. By integrating an event like any verb, it opens the door to the construction of speech acts that can constitute a narrative or an argument. The corpus is made up of narrative and argumentative texts. This body of data includes, in the subcorpus of narrative texts, four Latin American novels of the century. In total, 200 pages, approximately 90,000 words, are analyzed. The work methodology is qualitative and quantitative, since it considers relative frequencies of use according to certain parameters selected from the contextual characteristics of use of the form under study.

Key words: adjective; cognitive; discourse; narrative; argumentation.




1. Introducción

El presente trabajo se propone estudiar, desde un enfoque cognitivo-prototípico (Langacker, 1987; 1991; 2008;Diver, 1995;Hopper, 1988) que sostiene una gramática emergente del discurso, la categoría “adjetivo”. Consideramos que, por medio del uso adjetivo, el hablante realiza diferentes actos de habla, como por ejemplo argumentar y narrar (Grice, 1989; Eemeren y Grootendorst, 1991). Esos actos de habla construidos por el uso del adjetivo cristalizan en la zona nominal. La idea de cristalización surge de nuestra adhesión a una mirada de la gramática emergente del discurso (Hopper 1988, 1998; Bybee y Hopper). En un corpus constituido por textos narrativos y argumentativos latinoamericanos, abordamos este problema con el objetivo de ahondar en el conocimiento del uso de las categorías gramaticales. Si bien el adjetivo ha sido generalmente asociado en las gramáticas al sustantivo (por ejemplo, Bello,1847), en este trabajo se describe una cercanía categorial entre el adjetivo y el verbo. Ese comportamiento verbal del adjetivo le imprime una complejidad a la zona nominal. Considerar el aspecto verbal del adjetivo, implica tener en cuenta una estructura eventiva que involucra actantes que interactúan (un agente, un paciente, un beneficiario, etc.), un tiempo, una modalidad.

Presentamos un aporte a las reflexiones que desde una perspectiva que se focaliza en la relación entre el lenguaje y la gramática nos permiten observar fenómenos lingüísticos que, si bien son del orden de lo microestructural, deben ser explicados en su funcionamiento discursivo, esto es, en contextos reales de uso y teniendo en cuenta las regularidades que de ese uso emergen.

Consideramos, en línea con Diver (1974; 1995; 2012); Hopper (1988; 1998); García (1975; 2009) y otros teóricos, que la gramática, como cristalización de procesos cognitivos, debe ser estudiada en función de su forma de contribuir a la construcción de significados en el uso del lenguaje. Desde este punto de vista, hemos enfocado nuestro estudio acerca del adjetivo, como categoría que entraña comportamientos que lo relacionan con el verbo, por un lado, y con el sustantivo, por otro. Nosinteresa ahondar en la relación adjetivo-verbo particularmente, puesto que es el vínculo menos estudiado.


2. El adjetivo

A partir de un enfoque cognitivo-prototípico (Langacker, 1987; 2008) que considera la emergencia de la Gramática (Hopper, 1988, 1998), abordamos entonces el estudio de la categoría adjetivo.

Nos centramos en el estudio del adjetivo en relación con este carácter complejo que lo vincula a lo verbal, a la predicación en general y a diferentes momentos discursivos, especialmente en los actos de narrar y argumentar.

Observamos en la categoría gramatical adjetivo un comportamiento que se acerca al funcionamiento semántico del verbo. Esta cercanía adjetivo-verbo, ya descripta en las gramáticas en torno al participio, pero no en otros usos adjetivales no participiales, nos permite reconstruir en el uso adjetivo la cristalización de una estructura eventiva que deja en esa forma una huella discursiva. A partir de esta descripción de la estructura eventiva en adjetivos, detectamos en su funcionamiento discursivo formas adjetivales que realizan microactos de habla. Particularmente, observamos adjetivos que construyen microargumentacioneso microrrelatos. Sostenemos entonces que la presencia de adjetivos introduce “argumentaciones” y “narraciones”.

Nuestro problema de estudio considera ciertos aspectos verbales del adjetivo, categoría que tradicionalmente ha sido considerada como integrante de la clase de los nombres, junto con el sustantivo (Nebrija, 1492; Bello, 1847). Recién en su 12º edición, en 1870, la Gramática de la Real Academia Española describió el adjetivo como clase independiente de palabra.

Observamos que no solo el participio presente y el participio pasado -formas fuertemente ligadas al adjetivo- tienen reminiscencia verbal, sino que, en contexto, en muchos adjetivos que carecen de la desinencia propia del participio, puede reconstruirse una estructura argumental.

Veamos un ejemplo. En (1)

(1) Alguien que está por irse ya se ha ido, se ha vuelto invisible LPE, 237²

invisible nos presenta el problema de cuál es el sujeto de “ver” (en este caso experimentante) que (no puede) ver, mientras que alguien puede interpretarse como un paciente de ese verbo. Por lo general, en el tratamiento del adjetivo, las gramáticas no dan cuenta, o lo hacen muy tangencialmente, de estas relaciones semánticas que tradicionalmente establecen las construcciones verbales. Frecuentemente señalan que este tipo de adjetivos derivan de verbos –dando cuenta de los procedimientos morfológicos que se producen–pero no analizan sus comportamientos sintácticos y semánticos, que podrían ser asimilables a los de los verbos conjugados, que los adjetivos presentanpor ser sus derivados.

El objetivo primero es entonces estudiar el residuo verbal que esa gran masa de adjetivos evidencia, e indagar cuál es su contribución semántica al enunciado.

En la tradición gramatical, las razones sobre las que se apoyael postulado de que adjetivo y sustantivo integran la categoría nominal tienen que ver con cuestiones vinculadas con el comportamiento morfológico de ambas clases, así como a razones de tipo semántico, como su capacidad para designar clases de objetos o pertenencia a una clase. También, desde un punto de vista sintáctico, se menciona la facilidad con que el adjetivo puede cumplir función de sustantivo, como se ve en (2):

(2) un anarquista a la Constituyente³

En (2), anarquista, que más frecuentemente funciona como adjetivo, asignando cualidad a un sustantivo, aparece en función de sustantivo; y, a la inversa, también la facilidad con que el sustantivo puede utilizarse como adjetivo, como en(3)

(3) Juan es médico

Las gramáticas registran también la cercanía verbo-adjetivo, por ejemplo, cuando describen el carácter atributivo del participio pretérito de pasiva, como vemos en (4):

(4) un caso resuelto

El sustantivo (caso) modificado por el adjetivo (resuelto) es objeto-paciente del evento verbal enunciado. Puede reconstruirse discursivamente un agente al adjetivo (el/la que resolvió), y un tiempo distinto, anterior al del tiempo del enunciado.

Sin embargo, cuando hablamos de adjetivos con raíz verbal, nos referimos no solo a los participios presentes y pasados, sino también a adjetivos que provienen de algún tipo de participio, o manifiestan un aspecto perfectivo, y a aquellos que entrañan una estructura argumental, con terminaciones como: ble, ero, ivo, izo, oso, entre otros, que las gramáticas incluyen en listados de sufijos derivativos (Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, 1973; Alcina Franch y Blecua, 1975) o mencionan como adjetivos derivados de verbos (Demonte, 1999, NGLE, 2009). Entre ellos, hemos prestado especial atención a los adjetivos en –ble. No tan a la vista, entonces, está este comportamiento verbal en otros adjetivos, (5) no participiales:

(5) una persona vulnerable

El ejemplo (5) nos presenta el problema de quién es el agente que podría ejecutar la acción de vulnerar sobre ese designado-paciente, y la modalidad de posibilidad.

El evento verbal construye una deixis temporal y una interacción entre actantes (agente, paciente, experimentante, beneficiario, etc.). Langacker (1987) considera que los roles semánticos no son primero y principalmente constructos lingüísticos, sino concepciones prelingüísticas fundamentadas en la experiencia cotidiana. Por eso los llama “arquetipos de rol”.

La presencia de reminiscencias del verbo en esta complejidad semántica del adjetivo, nos ha permitido rastrear en la gramática las cristalizaciones dependientes de las interacciones. verbo-adjetivo.

Nuestra propuesta es focalizar ese espacio en que el adjetivo absorbe propiedades de la zona verbal para catalizar esta complejidad en la zona nominal. Consideramos que estudiar los esquemas sintácticos en uso, esto es, desde una dimensión pragmática, aportaría evidencia que enriquecería los abordajes de la gramática del español, en el campo específico del estudio del adjetivo y su relación con el verbo.


3. Algunos principios teóricos a partir de los cuales se sostiene nuestra propuesta

Definimos la gramática de una lengua como un “inventario estructurado de unidades lingüísticas convencionales”(Langacker 1987: 57). Desglosamos a continuación este conceptopara definir sus partes:

1. Este autor distingue tres tipos básicos de relaciones entre los componentes de esa estructuración que supone una gramática: la simbolización, que es la correspondencia entre la estructura semántica y fonológica; la categorización, que se relaciona con la esquematicidad y es la correspondencia gradual de una unidad con su categoría, en términos de sanción, y la integración, que es la combinación sintagmática propia de las unidades complejas. (Langacker, 1987: 57-58)

2. Una unidad lingüística es “una estructura simbólica que un hablante ha dominado y puede emplearla de forma automática, sin tener que focalizar su atención específicamente sobre sus partes individuales o composición” (Langacker, 1987: 22).

3. Una construcción gramatical es una construcción simbólicamente compleja, que contiene más de una estructura simbólica como componente.

4. Cuando hablamos de convencional, nos referimos a que es mostrado o reconocido por un número sustancial de individuos.

Puesto que la gramática para Langacker implica una conceptualización, nos preguntamos entonces cómo explica el cognitivismo esta relación. Considerado el “marco” como una región coherente del conocimiento humano, “cualquier sistema de conceptos relacionados de tal manera que para comprender cualquiera de ellos es preciso comprender la estructura completa en la cual se inserta” (Fillmore, 1982: 111).Langacker (1987) da respuesta a la pregunta de cómo identificamos y diferenciamos los marcos, por medio del siguiente razonamientoque supera la explicación apriorística: los conceptos corresponden a los significados de las unidades lingüísticas (palabras y expresiones o construcciones complejas). Langacker define un concepto similar al de “marco” de Fillmore: el de “dominio”, una estructura semántica que funciona como base de un perfil conceptual. Entre dos conceptos como radio y círculo, por ejemplo, se da una relación entre perfil y base. El perfil es el concepto simbolizado por la palabra. Perfilar, describe, entonces, para Langacker, las relaciones que se establecen entre la forma de la palabra y su significado. El significado de una unidad lingüística debe especificar tanto el perfil como su base. Varios perfiles conceptuales diferentes tienen a un mismo dominio como base.

Langacker (2008) define el discurso de la siguiente manera: “una serie de eventos de uso, en cada uno de los cuales el hablante ejerce cierta influencia sobre un interlocutor real o imaginado” (460). No podemos considerar las expresiones aisladas, sino en relación con otras, y, por lo tanto, son discursivas. Estas expresiones se construyen, de alguna manera, sobre el discurso anterior, o reaccionan sobre él, y componen el escenario para lo que sigue. Por lo tanto, es importante observar cómo se relaciona una expresión con las expresiones previas y las siguientes.

La noción hopperiana de emergencia (Hopper, 1988; 1998) ubica al discurso en el origen de las categorizaciones experienciales que constituyen la gramática. Este enfoque focaliza la dimensión pragmática de los hechos del lenguaje para dar cuenta de las configuraciones sintácticas que cristalizan en una gramática que claramente emerge de los usos discursivos. Las formas lingüísticas, en este marco, no pueden ser vistas como inventarios léxicos de elementos discretos, sino como estrategias discursivas de categorización de la experiencia que se organizan en sistemas polares y continuos. Y de la misma manera, las posiciones sintácticas deben ser vistas como posibles lugares significativos que serán explotados en mayor o menor medida.

Consideradas así las categorías, concebimos al adjetivo como una estrategia discursiva que establece vínculos con el sustantivo por un lado y con el verbo por otro.

De este modo, estudiar las formas lingüísticas en relación con lo que cada una de ellas aporta a la construcción discursiva permite corroborar la hipótesis de una gramática a posteriori, emergente del discurso (Hopper 1988; 1998). Entendemos que el enfoque adoptado contribuye a superar la histórica escisión que ha predominado entre los estudios gramaticales y los estudios discursivos.

En palabras de Langacker (2008),“como las expresiones son abstraídas de eventos de uso en el discurso, las unidades lingüísticas convencionales también tienen esta propiedad. Las conexiones discursivas que especifican son heredadas por las expresiones que las incorporan” (457). Según este autor, tradicionalmente se ha atribuido al adjetivo la función de modificador de un sustantivo, sin embargo, desde una mirada cognitiva el autor explica que “un adjetivo gradual comoalto ubica al trayector en una escala, indicando en qué medida éste exhibe una propiedad particular” (Langacker, 2008: 116). Cada lengua tiene sus propias estrategias de codificación. Algunas tienen muy pocos o ningún adjetivo (Dixon, 1977) y usan verbos intransitivos para especificar propiedades (Langacker, 2008: 359).

Pensar el carácter simbólico y significativo de la gramática, considerarla como una parte integral de la cognición, nos invita a considerarla como el espacio en el que las categorías conceptuales básicas se relacionan con categorías de orden cognitivo. En este sentido, la gramática se convierte en estrategia privilegiada de análisis discursivo.

Relevamos especialmente algunos autores que dan cuenta de la relación adjetivo- verbo: Oltra Massuet (2014) y García Pardo (2017) analizan el adjetivo deverbal en –ble desde un enfoque formalista. Thompson (1988) Klein Andrew (1983) yGoes (1999) presentan un análisis del adjetivo a partir de enfoques teóricos que se basan en el uso de la lengua.

Oltra Massuet (2014) analiza el comportamiento pasivo de estos adjetivos, pero también el de voz media (es vendible – se vende fácil), y particularmente el caso “V todo lo Vble”: durmió todo lo dormible. Dice que no puede ser explicado por categorías a priori. Sin embargo, describe esta estructura como una estructura pleonástica con la misma raíz que el verbo (Oltra Massuet, 2014: 171).

García Pardo (2017), por su parte, considera que son necesarios más estudios para determinar qué exactamente es la interacción entre la sintaxis y la semántico-pragmática. Los adjetivos pasivos derivados de verbos no proyectan la frase que introduce el argumento externo, y así las instancias restringidas donde encontramos las frases con por y los modificadores agentivos deben ser explicadas por distintos medios, por ejemplo, por la pseudoincorporación del modificador en el participio.

Ya Hopper y Thompson (1984) habían enfocado el problema de una posible explicación discursiva de la manera en que las categorías lingüísticas de sustantivo y verbo se manifiestan en el uso real del lenguaje. Thompson (1988) se ocupa de la cuestión de la categorización de los ‘conceptos de propiedad’ (CP), esto es, aquellos conceptos que se refieren a las propiedades, cualidades o características de los referentes. Las diversas lenguas manifiestan de diferente manera estos CP. En muchas de ellas, pero no en todas, hay una muy cercana correspondencia entre este conjunto de conceptos y la categoría lingüística de ‘adjetivo’, como sucede en el inglés –lo cual señala Thompson- y –agregamos nosotros- en el español.

Thompson (1988) sugiere en cambio que la categorización léxica de los CP solo puede ser establecida en términos del uso de los CP en el discurso real. Su explicación será, por consiguiente, discursiva. Los resultados de su estudio indican que la función primaria de los adjetivos en inglés es ser predicado de la cláusula, ya como palabra que predica, ya como un atributo de un sustantivo no informativo que predica (and herparentsapprentlyweren’teventhatwealthy) (Thompson, 1988: 174). La función secundaria es introducir nuevos participantes en el discurso (todos atributivos) (But I didhavelotsoffun up at Lehigh. Thatwas a goodschool). Cuando el adjetivo cumple esta función, Thompson afirma que, por un lado, las frases nominales en las que aparece son gramaticalmente indefinidas o no referenciales. Y, por otro lado, advierte que los roles semánticos en los que aparecen estos adjetivos que introducen referentes se corresponden con los señalados por Du Bois (1980) en su hipótesis de la Estructura Argumental Preferida, esto es, paciente (y no agente) de una estructura transitiva o sujeto de una estructura intransitiva.

Para Klein Andrew (1983), la anteposición de adjetivos será más frecuente en nominales que son sujetos, acompañados por artículos definidos (deícticos), más preferentemente cuando acompañen nombres propios. La caracterización no contrastiva será más frecuente en ciertos géneros discursivos más propensos al comentario.

Goes (1999) propone una grilla de criterios, o propiedades típicas, para identificar positivamente la categoría “adjetivo”. En la discusión sobre el adjetivo como epíteto o atributo, argumenta a favor de considerar que estas dos funciones constituyen una sola función desde el punto de vista semántico, y que es allí donde reside la riqueza del adjetivo (Goes, 1999: 55). La adjetividad puede ser medida en función de su acercamiento a la grilla de criterios establecida para el adjetivo protoptípico. Goes considera que, para ser un candidato potencial al estatus de adjetivo, esa parte de discurso debe obedecer a los criterios mínimos necesarios de concordancia de género y número, y debe poder cumplir la función de epíteto antepuesto: estos criterios traducen el carácter adnominal del adjetivo. Es decir, que, en términos semánticos, esta clase de palabra se apoya, sobre un soporte referencial, que califica y determina, lo cual se corresponde con el valor semántico de la posposición y con la noción de incidencia externa. El grado de adjetividad de la parte de discurso aumentará en función de los rasgos que lo acerquen al prototipo. El esquema prototípico sería para Goes: [+très (muy)] en todas sus funciones, [+epíteto] [+antepuesto] y [+atributo] (61). A partir de este esquema prototípico, el autor vincula los sustantivos y verbos, de acuerdo con su grado de adjetividad, con la parte de discurso llamada “adjetivo”. Goes retoma a Wierzbicka (1988: 467) quien analiza una gran zona de continuidad, intermedia entre adjetivo y verbo, pero concluye que cada una de estas clases tiene su propia identidad prototípica. Y retoma también las afirmaciones de Lakoff (1970) y Picabia (1978) cuando observan contactos entre adjetivo y verbo en el inglés y el francés. Goes concluye que las partes del discurso pueden relacionarse al nivel de los parecidos de familia. En relación con el verbo, analiza los participios presentes y pasados como lugar de privilegio donde se encuentran el verbo y el adjetivo, y señala que esta concurrencia se da en la función de atributo.


4. El adjetivo como cristalización discursiva

Nos interesa, por tanto, abordar desde un enfoque cognitivo un problema clausular, porque pensamos que el estudio del uso de microestructuras a la luz de principios cognitivistas tales como el carácter gradual de las categorías lingüísticas, motivaciones discursivas en el perfilamiento cognitivo, relación gramática-categorización, permitiría pensar que nuestros resultados podrán dar cuenta de manera más adecuada y explicativa de la realidad de uso de las formas identificadas como adjetivos.

En lo que sigue, abordamos el análisis de nuestro corpus a partir de categorías que emergen de este enfoque teórico. Nos focalizamos en primer lugar en la relación adjetivo-verbo, para luego vincular la estrategia adjetiva con funciones diferenciales al interior de dos géneros discursivos: la novela y el ensayo.

En una primera aproximación, de orden exploratoria, consideramos interesante abordar el corpus con dos operaciones iniciales:

1. En primer lugar, la observación del corpus para identificar la herencia de la morfología verbal en la constitución del adjetivo. Encontramos adjetivos en los que la cristalización del evento se identifica en la raíz verbal (por ejemplo, inhallable), así como otros en los que la morfología derivacional presenta alomorfos propios del verbo (por ejemplo, aclarado, ), y otros en que tanto la raíz como los alomorfos derivacionales son alomorfos verbales (por ejemplo, despreocupado, inhabilitante)

2. Nuestra segunda operación busca reconstruir una estructura argumental, una transitividad, para relevar qué participantes del evento verbal pueden identificarse; en este sentido, nos interesa registrar qué rol semántico cumpliría el sustantivo con el que se vincula ese adjetivo(agente, paciente, experimentante, beneficiario).

Abordamos entonces una primera instancia exploratoria del corpus teniendo en cuenta dos parámetros que consideramos nos permitirán observar la proximidad adjetivo-verbo, fundamentada en la presencia de una reminiscencia verbal y en la reconstrucción de su estructura eventiva:

1. Reminiscencia verbal:
consideraremos la presencia o no en la constitución morfológica del adjetivo de formas (elementos, huellas) vinculadas al verbo.

2. Rol semántico del sustantivo núcleo del nominal y otros expresos o implícitos pero que pueden ser reconstruidos a nivel discursivo en la cláusula (agente, paciente, experimentante, beneficiario, etc.). Si consideramos que el adjetivo deverbal comporta una estructura argumental, será relevante observar qué actantes la desarrollan.

Ahora bien, si avanzamos en esta idea de la actividad eventiva que comporta el adjetivo, e integramos a nuestro análisis cualitativo los entornos discursivos en los que aparecen las formas en estudio, observamos que el adjetivo se convierte en una estrategia discursiva efectiva para construir microactos de habla vinculados a diferentes funciones comunicativas, diferenciales en relación con el género discursivo en el que aparecen. Particularmente, analizamos adjetivos que denominamos “narrativos” y “argumentativos”, de acuerdo con el aporte semántico-pragmático que realizan al acto de habla del que participan.


4-.1 El comportamiento verbal del adjetivo

Hemos observado en nuestro contacto con el corpus ciertos comportamientos que abonan nuestra hipótesis de la continuidad entre dos categorías: adjetivo y verbo.

Sostenemos que son más frecuentes los adjetivos derivados de verbos que los genuinos, puesto que la función más productiva del adjetivo, no es la de ser un simple atributo, sino que es un condensador, catalizador de estados, procesos y acciones, con sus participantes afectados por el evento, que han cristalizado en el discurso y se han gramaticalizado. Relevamos esta relación en Tabla 1

Los datos numéricos corroboran nuestra hipótesis acerca de la alta frecuencia de aparición de los adjetivos deverbales en el conjunto total. El alto porcentaje de adjetivos que tienen una reminiscencia verbal (664 casos, el 66% del total de 1001 casos) nos confirma la idea de que no considerar el aspecto verbal en la descripción sintáctico-semántica del adjetivo es una simplificación que excluye aspectos fundamentales de su funcionamiento como estrategia discursiva.

Por ejemplo, en(6):

(6) las mentiras volaban tan fugaces (LDS78)

Fugaz es un adjetivo de los que categorizamos en este estudio como deverbales. Una descripción sintáctica tradicional lo describiría como un adjetivo en función de predicativo subjetivo no obligatorio. Es decir, es un modificador bivalente, ya que fugaz modifica por un lado al sustantivo que funciona como sujeto, mentiras (manifestando en lo morfológico la conexión sintáctica de concordancia plena de número); por otro lado, fugaz modifica al verbo volaban, y decimos que es un predicativo omisible o no obligatorio, puesto que el verbo es no copulativo. Hasta acá la descripción de su funcionamiento morfosintáctico en términos tradicionales.

Sin embargo, si consideramos con Hopper (1988) que es lo semántico lo que motiva a la sintaxis, no podemos dejar de observar que en el adjetivo fugaz se produce un inciso, una cesura en el discurso, donde se inserta la reminiscencia de un evento verbal, ¿qué es en este contexto decir fugaces sino dar la idea de que las mentiras se fugan? Claramente en un enunciado como este el hablante está lejos de solo atribuir una cualidad a un objeto o entidad, sino que está utilizando una estrategia lingüística que desafía la linealidad del signo para voluminizarlo.

En el adjetivo está condensada esa estructura argumental. Se trata de un procedimiento (estrategia) discursivo reconstruible en el sintagma cristalizado, para destacar ese rol temático.

Por ejemplo, en (7):

(7) Eso era tan increíble como insoportable. (LDS137)

En este enunciado, tenemos dos adjetivos a los que categorizamos como deverbales: increíble e insoportable. Rescatamos semánticamente la estructura argumental de los verbos creer y soportar: alguien (un experimentante) cree/soporta algo (un paciente). El paciente está localizado en el nominal, en este caso, una situación referida anteriormente en el texto que se menciona con un pronombre anafórico (eso).

Presentamos a continuación los datos registrados en el análisis de nuestro corpus:

En Tabla 2 observamos que en 475 casos (72%) sobre el total de 664 adjetivos deverbales reconstruimos una estructura eventiva de dos participantes, mientras que en 179 casos (solo el 27%) la estructura verbal es de un participante.

Nos interesa observar qué tipos de actantes presenta en mayor proporción cada tipo de adjetivo deverbal.

En el ejemplo (8) presentamos un caso de adjetivo deverbal de un actante:

(8) hombre madrugador(UDE70)

En este ejemplo reconstruimos la estructura “el hombre madruga”, de manera que consideramos al sustantivo núcleo del nominal como el agente de la acción de “madrugar”.

(9) Después de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. (UDE71)

En el ejemplo (8), reconstruimos el evento “pensar”, y consideramos que el sustantivo núcleo del nominal (gallinazos)es el participante experimentante.

Podemos interpretar entonces que la estructura argumental de los adjetivos deverbales se distribuye de forma no azarosa, y se corresponde con cada grupo de adjetivos deverbales, tal como presentamos en Cuadro 1:


4-2. Funciones discursivas del adjetivo

A continuación, avanzamos sobre la idea del funcionamiento discursivo de la estrategia adjetiva.

A partir de la continuidad planteada entre adjetivo y verbo, nos proponemos a continuación reflexionar sobre el funcionamiento discursivo del adjetivo en tanto estrategia que conserva vestigios de una conceptualización eventiva, perfilando el evento como atemporal.

Consideraremos ahora al adjetivo como estrategia discursiva teniendo en cuenta la manera en que el hablante conceptualiza, perfila una predicación, abstrayendo los rasgos procesual y temporal presentes canónicamente en la predicación verbal, según Langacker (2008).

Las consideraciones expuestas nos llevan a afirmar que el adjetivo tiene reminiscencia verbal, es decir, su perfilamiento se acerca a la predicación verbal. Esa condensación de propiedades lo convierte en una estrategia discursiva efectiva para construir microactos de habla vinculados a diferentes funciones comunicativas.

Para introducirnos en el universo discursivo, con miras a observar el funcionamiento del adjetivo como estrategia del discurso, consideramos pertinente partir de las reflexiones de Bajtín (2008 [1979]) en torno al uso de la lengua y su organización en las “diversas esferas de la actividad humana” (245). Bajtín señala que el uso de la lengua se organiza en forma de “enunciados concretos y singulares que pertenecen a los participantes de una u otra esfera de la praxis humana” (245). “Estos enunciados reflejan las condiciones específicas y el objeto de cada una de las esferas no solo por su contenido temático y por su estilo verbal, o sea, por la selección de los recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales de la lengua, sino, ante todo, por su composición o estructuración” (245).Para Bajtín, el contenido temático, el estilo y la composición están vinculados de tal forma que se necesitan el uno al otro. Cada enunciado separado es individual, pero cada esfera del uso de la lengua “elabora sus tipos relativamente estables de enunciados, a los que denominamos géneros discursivos” (245).

Por su parte, Todorov (1981) indica la forma en que los diferentes tipos de comunicación social conforman, organizan y ejecutan de maneras específicas la forma gramatical de los enunciados, así como la estructura del tipo que se revela. Todorov llama a esto “género” (Arán-Barei, 2009: 32).

A partir del principio de emergencia de la gramática (Hopper, 1998), operamos desde el discurso hacia la observación de la rutinización de esas estrategias discursivas en la gramática. Es decir, observamos regularidades en el corpus. Hemos analizado los usos adjetivos que la tradición gramatical describe como “calificativos”. De nuestro registro, por lo tanto, hemos excluido los adjetivos con funcionamiento posesivo, cuantificador, determinante o indefinido, que están, siguiendo nuestro marco teórico, vinculados al basamento en la ruta composicional del nominal.

Establecemos una diferencia entre adjetivos que llamaremos “no marcados” y adjetivos que llamaremos “marcados”, dentro de los cuales ubicaremos a los que describiremos comoargumentativos y narrativos.

Dentro del conjunto de los adjetivos no marcados (calificativos, que denotan propiedades o cualidades inherentes o intrínsecas –café caliente-, consideramos los relacionales, que expresan una relación particular entre las propiedades del sustantivo modificado y las correspondientes a la base nominal de la que el adjetivo se deriva –decisión legal-, y otros adjetivos restrictivos de tipo calificativo que no son propiamente relacionales –línea recta-, adjetivos que aluden a cierta manera en que son mencionados -mera coincidencia- o a la actitud del hablante -presunto autor).

Hemos observado en el corpus un conjunto importante de usos adjetivos en los que puede inferirse esta funcionalidad argumentativa, que se visualiza diferente de la función descriptiva tradicionalmente atribuida a los adjetivos. Veamos ejemplos:

En (10) y (11) consideramos que el autor hace decantar la argumentación en formas que funcionan como adjetivos:

(10) …elevando a la categoría e idiomas cultos a sus dignos pero mal educados hijos OA13

(11) El uso, el origen, la pronunciación. Trinidad tiránica que ha perseguido con el dictado de ignorante al que no se ha sometido a sus antojos. OA25

En (10), dignos pero mal educados, además de simplemente describir, calificar o atribuir cualidades a un sustantivo, nos presenta una predicación compleja. Por un lado, la caracterización de digno y de mal educado no parecen propiedades inherentemente atribuibles al sustantivo núcleo del nominal hijos. Más bien, ambos adjetivos parecen funcionar como el resultado, la huella, de una evaluación hecha por el enunciador sobre la base de los elementos discursivos -que debemos rastrear en el texto previo- que lo llevan a esa conclusión. Más compleja aún es la predicación por la presencia del conector polifónicopero, sobre el que volveremos más adelante, que tiene la capacidad de co-locar de manera condensada dos argumentos que perfilan al nominal incorporando una contraposición interna. La predicación, como dijimos, es compleja y densifica argumentativamente el fragmento.

En (11), el lector debe haber atesorado de la lectura de fragmentos anteriores lo que el autor ha venido conceptualizando acerca de sus consideraciones sobre el lenguaje, en especial la relación entre el uso, el origen y la pronunciación. Cuando configura estos tres elementos como una trinidad tiránica está claramenteargumentando, y no podría entenderse ese fragmento sin considerar que la voz del autor está posicionándose desde el lugar de la crítica y está evaluando por medio de esta predicación.

Ejemplos como los precedentes nos animan a rastrear en el corpus como regularidad la presencia de usos adjetivos que claramente no son inherentes, no simplemente califican o describen, y el valor semántico situado debe ser reconstruido discursivamente. Llamamos a estos adjetivos “argumentativos”.

Podría decirse a simple vista que la presencia adjetival está más justificada en la argumentación que en la narración. En la exploración del corpus, sin embargo, hemos observado contextos en que el autor hace decantar una micronarración en una forma que funciona como adjetivo. Es decir, hemos detectado un conjunto de adjetivos que calificamos como “narrativos”, porque en ellos pueden identificarse catalizados los tres factores propios de la narración:

-Sucesión temporal de acciones

-Transformación de los actantes

-Puesta en intriga

Ejemplos de adjetivos con funcionamiento narrativo:

(12) en aquellos años oscuros y ricos de Jünger NC61

(13) él solo no podía sufragar todos los gastos que le acarrearía tan faraónico empeño OA33

Estos adjetivos cumplen la función discursiva de balizar un fondo sobre el que se ancla o se recorta el relato principal.

La conceptualización que hacemos del adjetivo desde esta perspectiva difiere de la tradición gramatical por cuanto el uso nos señala un camino divergente. La vinculación entre verbo y adjetivo que intentamos mostrardeja entrever que en la zona del adjetivo la predicación es compleja dado que incluye actantes de índole clausular.

A partir de estas consideraciones, abordamos el análisis del corpus relevando adjetivos marcados y no marcados. En la Tabla 3 presentamos los datos:

De esta primera operación, observamos que el número de adjetivos que realizan tareas discursivamente diferentes de las típicamente descriptas por las gramáticas en nuestro corpus es 1400, y representa el 32% de los usos adjetivos totales relevados en el corpus (N=4.338), es decir: una tercera parte de los adjetivos relevados cumplen una función diferente de denotar propiedades o cualidades, relaciones o actitud del hablante, las tareas descriptas tradicionalmente por las gramáticas. Nuestro corpus en esta instancia estará integrado por esos 1400 casos, esa tercera parte que hemos denominado “marcados”. Analizamos cuantitativamente el conjunto de los adjetivos marcados en relación con su deverbalidad, y observamos que el 74,64% (1045 casos de 1400) son deverbales. Inferimos de estos guarismos que existiría una correlación entre la función del adjetivo marcado y la deverbalidad.

Clasificamos los adjetivos que consideramos marcados de acuerdo con las categorías que hemos definido: argumentativos y narrativos.

Ejemplos

En (14) ejemplificamos el uso argumentativo del adjetivo.

(14) Hay una inmovilidad solemne. OA37

En este ejemplo, el adjetivo solemne no denota una cualidad o propiedad intrínseca del sustantivo modificado, sino que perfila el nominal desde una perspectiva muy subjetiva, y lo consideramos dentro de los argumentativos, dado que responde a la definición de “argumentación” que hemos dado: un pasaje de lo mejor asegurado (de lo más aceptable), el argumento, hacia lo menos asegurado (lo menos aceptable), la conclusión, que supone un salto interpretativo y una toma de posición que puede resultar polémica.

En el siguiente ejemplo, vemos el uso que llamamos “narrativo”:

(15) La España no ha carecido ni de grandes hombres ni de grandes acontecimientos; la inteligencia y la sociedad se han presentado también en ella en todo su esplendor; pero estos son hechos aislados, brotados al azar en la historia española como las palmas de un desierto.OA37-2

Tanto aislados como brotados son usados aquí para intercalar en el texto una discursividad narrativa superpuesta: otro tiempo, personajes, una secuencia de hechos, dejan su huella narrativa en estos usos adjetivos. Llamamos a estos usos adjetivos “narrativos”.

La Tabla 4 corrobora la hipótesis de frecuencia de aparición de los adjetivos argumentativos y narrativos: sobre un total de 1400 casos, el 69,78% (977 casos) son argumentativos, mientras que el 30,21% (423 casos) son narrativos. Para destacar esta proporciónvolcamos los resultados obtenidos en el Gráfico 2:

Ahora bien, ya dijimos que la reminiscencia verbal del adjetivo muestra una red de relaciones semánticas que lo ubica en el centro de un evento verbal que ha defocalizado los rasgos más característicos del verbo, como su funcionalidad temporal, para iluminar otros rasgos también inherentes al verbo, como es su estructura argumental, pero presentados desde una perspectiva atemporalizadora.Tal complejidad es funcional en el discurso para construir significados. Particularmente, consideramos que la estrategia adjetiva habilita un espacio de privilegio por su potencialidad para superponer un microrrelato o perspectivizar, en géneros discursivos complejos como lo son, por su naturaleza multivocal, la novela y el ensayo. En el universo discursivo de la novela y el ensayo observamos el funcionamiento diferencial de estos dos grupos de adjetivos, que hemos denominado narrativos y argumentativos.

Para ejemplificar, presentamos un fragmento de ensayo en el que se observa una densidad en el uso de adjetivos con valor argumentativo: solícitos, ancho y bien cimentado, desdeñosos y poco interesado y verdadera, son adjetivos que evaluamos como argumentativos:

(16) Pero mayor fuera nuestra admiración, si no nos fuese fácil desentrañar la causa social que ha obrado esta anomalía que hace solícitos a la mayor parte de los hombres que se afanan por el adelantamiento de su país, en establecer y fomentar universidades y seminarios, que sólo debieran ser como los capiteles que decorasen el ancho y bien cimentado edificio de la educación pública, mientras que se muestran desdeñosos y poco interesados en la general difusión de aquellos modestos acontecimientos, que sin dar el lustre de los grados científicos, sirven no obstante a desenvolver la razón del mayor número y a habilitarlo para mayores adquisiciones intelectuales, formando así la verdadera cultura y civilización de un pueblo, que no consiste, sin duda, en poseer algunos centenares de individuos que hayan cursado las aulas y alcanzado los títulos que forman la aristocracia del saber, sino en la general cultura de todos o la mayor parte de los miembros que componen la sociedad. IP253

En la novela, encontramos con frecuencia adjetivos narrativos.

(17) “Atravesé el jardín Morelos, vacío y fantasmal pero en cuyos rincones se adivina una vida secreta, cuerpos y risas (o risitas) que se burlan del paseante solitario (o eso me pareció entonces)… LDS92

Consideramos a la forma secreta como adjetivo con función narrativa en la novela.

En la Tabla 5 evaluamos cuantitativamente cómo se distribuyen los adjetivos argumentativos y narrativos en la novela y el ensayo.

Si comparamos los adjetivos argumentativos y narrativos, observamos que el ensayo claramente favorece el uso de los argumentativos: sobre un total de 880 casos, 723 son argumentativos (82,16%), mientras que 157 son narrativos (17,84%).

En la novela, sin embargo, el comportamiento de adjetivos argumentativos y narrativos se acerca a una distribución azarosa: sobre un total de 520 casos, 254 son argumentativos (48,86%), mientras que 266 son narrativos (51,53%).

Si consideramos, como hemos venido sosteniendo, que es la intención discursiva la que motiva la forma, podemos decir que la realización de actos de habla de toma de posición, como en el ensayo, favorece la aparición de adjetivos argumentativos.

Esta asimetría nos permite afianzarnos en la hipótesis de que el uso adjetivo cumple discursivamente funciones diferenciales, y que una descripción gramatical del adjetivo desde nuestra mirada cognitiva debería dar cuenta de esos perfilamientos.

En primer lugar, vemos que en la Tabla 6 se cumple la hipótesis de la deverbalidad dominante en el caso de los narrativos y argumentativos: recordemos que el porcentaje de deverbales que habíamos registrado para el corpus inicial era de 66% (cf. Tabla 1). Corroboramos nuestra hipótesis inicial de que hay mucha más relación entre el adjetivo y el verbo que la que describen las gramáticas: el porcentaje de deverbalidad en los adjetivos argumentativos es de 65,71% (642 casos sobre un total de 977).

Pero hay más aún: en segundo lugar, corroboramos también una diferencia entre los tipos de adjetivos según su función discursiva. Los narrativos concentran un porcentaje muy cercano al 100% (95%: 403 casos sobre un total de 423) de deverbalidad. Este valor pone de manifiesto que hay un comportamiento diferencial entre argumentativos y narrativos en relación con el parámetro “deverbalidad”.

Como vemos en Tabla 6, si bien la presencia de deverbales en el corpus general es importante, tal como lo habíamos relevado en Tabla 1, en los narrativos es más elevada aún: la actividad eventiva es la que permite que un adjetivo narre, tal como observamos en el ejemplo (18):

(18) Luego supe, por otro amigo, que quien se había perdido era un autor de teatro o tal vez un actor, y que había recorrido los infinitos pasillos de la casa de María Canales y de Jimmy Thompson hasta la saciedad, hasta llegar a aquella puerta al final del corredor débilmente iluminado, y había abierto la puerta y se había dado de bruces con aquel cuerpo atado sobre una cama metálica, abandonado en aquel sótano, pero vivo, y el dramaturgo o el actor había cerrado la puerta sigilosamente, procurando no despertar al pobre hombre que reparaba en el sueño su dolor, y había desandado el camino y vuelto a la fiesta o tertulia literaria, la soirée de María Canales, y no había dicho nada. NC139-140

En las formas atado y abandonado se advierte la narración en que ambos adjetivos introducen un microrrelato del que puede inferirse una secuencia de hechos que han transformado al personaje. En la construcción de estos microrrelatos colabora la estructura eventiva cristalizada en las formas adjetivas (aquel cuerpo es el paciente de esos eventos verbales cristalizados (“atar” y “abandonar”), y el actante agente se reconstruye discursivamente, en este caso de manera diferida, puesto que es ese agente de eventos aberrantes no nombrado aún, el que da sentido a esta novela.


5. Conclusiones

La metodología cuantitativa empleada permitió corroborar que la frecuencia de uso gramaticaliza en el discurso, y, como resultado de esa gramaticalización emergen las formas lingüísticas. Las pruebas estadísticas empleadas (porcentajes, odds ratio y chi cuadrado) nos afianzaron en la relevancia de los resultados obtenidos en la cuantificación de datos.

El análisis cualitativo nos permitió interpretaciones de orden pragmático que aportan evidencia acerca de la naturaleza discursiva de las cristalizaciones que decantan en la gramática.

Desde este punto de vista, dado que las categorías no son concebidas como binarias ni discretas,propusimos un continuum cuyos polos opuestos son: + nombre y + verbo. En la zona + nombre se observa mayor presencia del adjetivo genuino o no verbal, mientras que en la zona + verbo ubicamos a los adjetivos deverbales y participios, que perfilan la situación definida. la predicación de un proceso, acción o estado, un tiempo y un espacio, y la presencia de participantes (agente, experimentante, paciente) que interactúan.

Cuando hablamos de adjetivos deverbales, nos referimos no solo a los participios presentes y pasados, sino también a adjetivos que provienen de algún tipo de participio, o manifiestan un aspecto perfectivo, y a aquellos que entrañan una estructura argumental, con terminaciones como: ble, ero, ivo, izo, oso, entre otros, que las gramáticas incluyen en listados de sufijos derivativos o mencionan como adjetivos derivados de verbos. Entre ellos, hemos prestado especial atención a los adjetivos en –ble.

A partir de esa capacidad de introducir una situación, hemos analizado cómo el adjetivo realiza diferentes actos de habla: microrrelatos y microargumentaciones.

La deverbalidad de los adjetivos, que en el corpus total presenta una frecuencia mayoritaria de aparición (más del 60%), en el caso de los adjetivos narrativos es casi categórica (95,27%). Esta alta frecuencia nos afianza en la idea de que la estructura eventiva del adjetivo deverbal, que construye una situación, es una estrategia lingüística muy apropiada para la introducción de un microrrelato en el texto.

Desde el enfoque cognitivo prototípico consideramos que el discurso perfila las formas lingüísticas. Este trabajo intentó, a partir de estudiar la estrategia adjetiva, argumentar a favor de la emergencia de la gramática en torno a la complejidad discursiva que cristaliza en la zona nominal. El hablante no combina elementos en un sintagma, el hablante categoriza, construye desde su subjetividad, perfila, crea, inventa formas a partir de matrices convencionales rutinizadas, y lo hace en el marco de una discursividad de la que participa como miembro de una sociedad y desde una ideología.


Corpus

Textos narrativos


Textos argumentativos


Bibliografía


Notas